La infidelidad es un suceso impactante para la pareja, destroza la confianza necesaria para mantenerla y produce en el traicionado devastadoras reacciones psicológicas.
La infidelidad en las relaciones de pareja tiene consecuencias devastadoras. Es la primera causa de divorcio. Puede causar al individuo traicionado angustia y le puede desencadenar ataques de furia y sentimientos de humillación, también está asociada a la depresión mayor y a la ansiedad.
No todas las parejas en las que se da la infidelidad se separan, algunas se reconcilian y continúan su relación superando el problema. El proceso de reconciliación es difícil y muchas veces es necesaria la intervención terapéutica para llevarlo a cabo. La infidelidad se considera, además, uno de los más difíciles asuntos a tratar en la terapia de pareja.
¿Cuáles suelen ser los principales motivos?
Ante todo es importante señalar la difícil clasificación de los motivos que pueden propiciar una determinada situación de infidelidad, ya que en muchos casos se producen por varias causas a la vez. Sin embargo, a grandes rasgos existen algunos más habituales:
¿Se puede perdonar la infidelidad?
No hay que confundir perdonar con ignorar o evadir.
Perdonar la infidelidad debe ser una decisión de los dos, es decir, quien fue infiel debe entender plenamente el daño que causo y estar sincera y francamente arrepentido de ello, y a quien le fueron infiel debe haber aliviado su autoestima y estar convencido de que existen los elementos necesarios y suficientes para perdonar la infidelidad, además de tener el sincero y franco deseo de perdonar esa infidelidad.
Lo que nunca se debe hacer es permanecer en una relación por motivos que son realmente justificaciones o pretextos, como cuando se antepone a los hijos, o el temor a la dependencia económica, etc. Es ahí donde se comete el error de ignorar o evadir una situación de infidelidad. Y eso, nunca termina bien.
¿Seguimos o nos separamos?
En muchas ocasiones, la infidelidad en la pareja evidencia una crisis dentro de la relación, en cuya resolución deberá optarse entre continuar o iniciar una separación.
En caso de optar por una continuidad en la relación, una adecuada superación de la crisis puede llegar a fortalecerla y revitalizarla, tras haber introducido los ajustes necesarios en la misma y haberse gestionado adecuadamente las emociones que ésta conlleva en ambos miembros (el rencor, la desconfianza, la rabia, la culpa, la inseguridad, el temor, etc.). Para este complejo trabajo es imprescindible la colaboración de ambos miembros, pudiendo ser también de utilidad la ayuda de un profesional en Terapia de Pareja.
Si se decide la separación: suele ocurrir cuando la parte infiel de la pareja decide iniciar una relación con la tercera persona o hay circunstancias en las que la crisis desvela profundos sentimientos negativos de dolor acumulado en uno o ambos miembros de la pareja, junto a la sensación de no estar ante una situación reparable. En estos casos, es útil un trabajo psicológico individual en el que se elaborará el duelo por el fin de la relación y se empezará a enfocar la nueva etapa vital a la que cada uno, independientemente, deberá enfrentarse.
La separación no tiene que ser la única opción tras de una infidelidad, solo se necesita una adecuada asesoría y el tiempo suficiente para sanar y reconstruir la relación de pareja.
El descubrimiento puede generar una serie de emociones, desde la ira, shock, hasta una fuerte indiferencia entre otras, incluso es un disparador para la depresión y para las ideas suicidas e intentos de suicidio. En un instante se puede tener la sensación de querer terminar con la relación de pareja y al siguiente toda la intención de salvarla.
Lo primero es encontrar un apoyo adecuado, un terapeuta, quizá un sacerdote, consejero, amigo o alguien en que se pueda confiar y que la persona se sienta cómodo para hablar de lo que está pasando y como se está sintiendo, sin embargo es importante evitar a personas que tomaran partido ya que pueden intensificar los sensaciones que se sienten.
Lo siguiente es darse un poco de tiempo antes de hablar con su pareja de la situación, quizá no sea un adecuado momento para intentar solucionar este conflicto y probablemente en esos instantes ni siquiera se sepa que es lo que se quiere.
Detectar los indicadores que aparecen y que anuncian que las situación se puede salir de control, incluso detectar si se están desarrollando síntomas físicos, o ideas que puedan parecer irracionales, en estos momento es importante buscar ayuda profesional.
Lucia llevaba más de diez años en una relación estable de pareja pero en los tres últimos años, además, mantenía una relación sentimental con un compañero de trabajo. Este, a pesar de ser una persona muy racional y con buenísimos valores, la hacía sentir culpable. Ella no sabía cómo actuar para salir de tal situación. Amaba mucho a ambos, a pesar de ser muy diferentes una respecto de la otra.
Durante el acompañamiento se trabajaron conceptos de pareja, conceptos y expectativas de hombre, el estilo de vida, las prioridades y los rasgos de personalidad que la distinguen, que se consideraba podrían estar interfiriendo en la situación y en las relaciones de pareja de Lucia.
Ella refiere “amo a los dos y siento mucha pena en dejar uno u otro, no puedo ni podré…es demasiado duro”
Lucia pasó de ser una persona rígida y tradicional a decidir separarse de ambos (le costó un año y medio). Empezó comprándose un lugar donde vivir y priorizando las amigas y la soledad.
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Psicomérida, Especialistas en Psicología