La muerte es parte de la vida, perder a un ser querido es una de las experiencias más dolorosas por atravesar y es aún más difícil de poder hablar.
A la mayoría de las personas se nos transmite que es un tema al que se le da la espalda, apartándolo de nuestras vidas con el fin de evitar un sufrimiento que acabamos encontrando de frente, sobre todo en tiempos de pandemia.
Por eso es importante conocer que los duelos son un proceso de adaptación emocional ante las pérdidas, es decir nuestros afectos se reacomodan ante algo que estuvo y ya no va a estar, temporal o irremediablemente.
Este proceso de elaboración del duelo nos obliga, tarde o temprano, a enfrentarnos a nuestros recuerdos, a nuestro presente y a nuestro futuro. Nos exige una reflexión acerca de quiénes somos y cuál es el sentido de la vida.
“¿Hasta qué punto eso que siento o la forma en la que me comporto es normal?”, “¿Cuánto tiempo me voy a sentir así?”, “¿Qué tengo que hacer para sentirme mejor?”, “¿Cómo se lo explico a…?” son algunos de las preguntas que suelen surgir ante alguna pérdida. También es común encontrarnos con el comentario de “tengo que ser fuerte” y no, no tienes que serlo todo el tiempo.
Ante estas inquietudes es indispensable saber que hay componentes culturales y religiosos de por medio. También, que hay reacciones y sensaciones que son esperadas ante una pérdida. Hay que darse la oportunidad de vivir ese sufrimiento, darse la oportunidad de llorarlo, de resguardarse en un cuarto a solas o de sentirse vulnerable, inseguro y temeroso.
Aunque de manera general podemos considerar que cuando las emociones intensas no ceden por meses o años, cuando hay conductas y pensamientos recurrentes que te agobian e impiden disfrutar lo que antes te producía placer o cuando te das cuenta que el suceso te afecta en diferentes áreas de tu vida, entonces es momento de buscar apoyo profesional.
Y no porque estés enfermo, sino porque hay experiencias humanas que necesitan ser tramitadas entre dos, eso no libera del sufrimiento pero lo hace más ligero, te permite continuar con tu vida en el momento justo, no antes ni después.
Los duelos los vivimos a diario, cuando se sale de casa, cuando se lleva a los hijos a la escuela por primera vez, cuando hay que ir al trabajo, cuando se terminan relaciones, cuando se pierde algún miembro del cuerpo, cuando te detectan alguna enfermedad, cuando hay catástrofes naturales, cuando fallece un ser querido, etc.
Incontables son las causas por las que se puede experimentar la sensación de pérdida, por eso es duradero, por eso moviliza emocionalmente a las personas, por eso produce cambios, que en ocasiones pueden llevar a un lugar mejor.
Escrito por: Psic. Nabi Jesús herrera
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