En todas las familias surgen diferencias, cuando dos o más personas no comparten las mismas ideas, intereses, necesidades o valores, como por ejemplo: la manera de colaborar en el hogar; cuando alguien impone sus ideas a otro, o bien por la manera de distribuir los recursos económicos para vivir.
Esto puede dificultar el entendimiento y crear enojo, molestia o resentimiento y por lo tanto originar algún conflicto.
Otros problemas surgen por falta de afecto, de respeto y de reconocimiento que necesitamos todos, por ejemplo: cuando no respetamos los derechos que tienen los niños(as) de expresarse y manifestar su opinión; cuando utilizamos objetos que no nos pertenecen; cuando no cumplimos con nuestras responsabilidades en el hogar; o cuando mentimos o engañamos a alguna persona de nuestra familia.
Resolución de conflictos familiares
El conflicto familiar, si no se resuelve, puede llegar a la ruptura de los lazos familiares como es el caso de la separación de las parejas, o a generar situaciones de violencia; como por ejemplo, cuando el hombre agrede a su pareja e hijos o las madres a sus hijos.
Hay familias que viven conflictos que duran mucho tiempo, otras en que sus conflictos son diferentes pero constantes y que al no solucionarse lesionan el afecto, la confianza y la relación entre sus integrantes.
Tratamiento
La terapia sistémica es un enfoque terapéutico que se aplica en el tratamiento de trastornos conceptualizados como la expresión de las alteraciones en las interacciones, estilos relacionales y patrones comunicacionales de un grupo social, como el de la familia, comprendido como un sistema humano.
La intervención sistémica, por tanto, plantea el paso del individuo al sistema, de lo intrapsíquico a lo interpersonal, utilizando así la interacción como elemento de trabajo y comunicación. Por todo ello no se atiende al “¿por qué?” un individuo actúa de determinada manera sino al “¿cómo?” lo hace.
Para el enfoque sistémico, la persona “enferma” se redefine como una persona “portadora de un síntoma” cuyo origen hay que buscar en una dinámica disfuncional que sucede en uno o varios de los sistemas en los que se encuentra inserta dicha persona. Por tanto, en la terapia normalmente participan todas las personas que conviven en el núcleo familiar (padre, madre, hermano/a, pareja, etc).
Situación en la que la conflictividad del hijo con los padres era muy alta y la desesperación de los padres y, principalmente de la madre, era muy importante.
Fernando era un muchacho que contestaba mal a sus padres, se peleaba dialécticamente con ellos y les insultaba. Generalmente no hacía caso de las normas establecidas en casa y presentaba una desorientación emocional y laboral importante.
-“estoy tan desesperada que me siento derrotada, no sé qué tenemos que hacer, ya lo hemos probado todo”- madre
Inicialmente se realizó una evaluación con los padres y una con la madre sola, en la cual se detectaron deficiencias comunicativas y asertivas importantes, así como una gran dificultad de control de las emociones y el estrés. Posteriormente se realizaron un par de sesiones psicológicas con Fernando, en las cuales se detectó una gran queja hacia el trato y percepción de alta incoherencia e injusticia en las normas de los padres hacia él.
Tratamiento
La terapia consistió en transmitir las inquietudes del hijo a los padres y viceversa, hecho que provocó que los padres rebajasen su ansiedad por la situación y se aproximasen más a su hijo, reforzándolo más y no imponiéndola tantas cosas. Se comenzó incrementando y teniendo como obligación por parte de los padres, la negociación con el hijo y la cesión respecto a él, para que éste aceptase también ceder y, entonces, con menos tensión y más proximidad, pudiesen negociar, con consejos y directrices que les fueron recomendadas.