La ansiedad es una respuesta normal que se produce cuando una persona percibe una posible amenaza. Su función es protegernos de dicha amenaza.
Cuando una persona siente ansiedad, lo que más destaca de dicha experiencia es esa sensación de intenso malestar (miedo, terror, angustia) y los síntomas fisiológicos que está experimentando. Por este motivo, se le suele dar una mayor importancia a estos síntomas y no se tiene muy en cuenta el pensamiento. Sin embargo, el pensamiento juega un papel central en la aparición de la ansiedad.
El rasgo principal de la ansiedad es que es una respuesta que se produce como consecuencia de la percepción de una amenaza futura. Es decir, la persona considera que algo terrible puede pasar o está a punto de pasar, que existe una amenaza que puede causarle un daño físico o emocional.
la ansiedad sirve para advertir a la persona de la existencia de un posible peligro físico o sanción social. De hecho, una persona puede sentirse ansiosa solo por pensar o imaginarse a sí misma en esa situación temida, debido a todas las cosas horribles que cree que podrían pasarle.
Ansiedad normal frente a ansiedad patológica
En los trastornos de ansiedad no existe un peligro real, sino una interpretación exagerada o errónea de una situación determinada y del peligro que planeta. Por tanto, la respuesta de ansiedad es inapropiada y, en vez de protegerte de un peligro real, te impide actuar de un modo eficaz.
Cuando una persona siente ansiedad, todos los sistemas de su cuerpo se ven afectados. A nivel fisiológico, aparecen síntomas como taquicardia, boca seca, sudoración o temblores. A nivel cognitivo, se dan una serie de pensamientos amenazantes. A nivel motivacional, la persona desea escapar de la situación y estar lo más lejos posible o que se la trague la tierra. A nivel afectivo, aparece una emoción sumamente desagradable de miedo o terror. Y a nivel comportamental, se produce una inhibición,
Esta reacción es involuntaria y toma control total de la persona, impidiéndole hacer lo que deseaba hacer, precisamente en el momento en que más necesita tener el control de sí misma y ser capaz de funcionar de manera efectiva.
Los síntomas de ansiedad pueden dividirse en cognitivos, afectivos, conductuales y fisiológicos. Al mismo tiempo, las reacciones pueden ser de tres tipos: movilización, inhibición y desmovilización.
Movilización
Se produce cuando los sistemas se activan para la acción (huida o lucha). Se da en los cuatro sistemas mencionados:
Inhibición
En la inhibición se produce lo contrario a la movilización; es decir, los sistemas se inhiben y bloquean para inmovilizar a la persona e impedirle actuar:
Desmovilización
Es una reacción de colapso que suele ocurrir sobre todo cuando hay una reacción exagerada al ver sangre o heridas, aunque puede ocurrir también en otros casos. Los principales síntomas son debilidad y desmayo debido a hipotensión y reducción de la frecuencia cardíaca.
Síntomas fisiológicos
En general, los síntomas fisiológicos (tanto de movilización como de inhibición) pueden afectar a diversos sistemas:
Recordemos nuevamente que la principal causa de los problemas de ansiedad está en la forma de pensar de la persona ansiosa y, por tanto, es el pensamiento el que debe ser modificado para superar el problema.
Roberto provenía de otra terapia de medio año de duración que no le había funcionado. Cuando asistió se encontraba deprimido y desesperanzado, creyendo que estaría mal durante toda su vida, a pesar de su juventud. El malestar era múltiple y se manifestaba principalmente en días puntuales en que los problemas y la ansiedad eran muy elevados. Tenía dolores por todo el cuerpo y dificultades con el sueño. Se analizó el estilo de vida, la organización y las prioridades y no se observó nada destacable.
“Creo que tengo alguna ‘tara’ que provoca que me encuentre mal; ningún médico me ha encontrado nunca nada” refirió Roberto.
Se hicieron algunos ajustes en la personalidad autoexigente y en priorizaciones vitales. Trabajando la reflexión de ciertos aspectos, realizando terapia cognitiva y flexibilizando su forma de pensar, haciendo algunos cambios en temas personales y laborales y dando más tiempo al deporte. El paciente desarrollo la capacidad de comprender la ansiedad como tal así como la suya, así mismo desarrolló la habilidad para evaluar su condición cuando en otro momento de su vida estuviese experimentando ansiedad así como para hacer los cambios necesarios. Finalmente se concluyó la terapia por acuerdo de ambas partes y porque Roberto se consideraba preparado para seguir mejorando.
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Psicomérida, Especialistas en Psicología